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Una reducida aristocracia de bacterias domina los suelos de la Tierra

El primer atlas bacteriano muestra que el 2% de las especies sustentan las poblaciones de microorganismos del suelo

Apenas el 2% de las especies de bacterias conocidas dominan la mayoría de los suelos del planeta. Como sucede con los humanos y la riqueza, esta aristocracia bacteriana está presente en los terrenos más diversos, siendo la más abundante. Esta es la principal conclusión del primer atlas bacteriano. La investigación, liderada por científicos españoles, arroja una segunda idea: no se sabe apenas nada de estos microorganismos que son el sustrato de la vida. La mayoría no tiene ni nombre.

Ya sea árido o húmedo, sustente bosques frondosos o matorrales espinosos, esté bajo el agua o en las montañas, el suelo es el sostén literal de la vida y las bacterias la savia que lo vivifica. Se estima que en un gramo de tierra puede haber miles de especies (o filotipos) de bacterias y hasta 40 millones de células bacterianas. Tal diversidad hacía que intentar catalogar las bacterias que hay en los distintos suelos del planeta pareciera una locura. Sin embargo, un grupo de investigadores ha muestreado más de doscientos ecosistemas a lo largo de seis continentes para crear el primer atlas de las bacterias del suelo.

«Gracias a la secuenciación del ADN presente en las muestras pudimos catalogar las bacterias de los distintos suelos», dice el investigador de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid) y la Universidad de Colorado Boulder (EE UU) y principal autor de la investigación, Manuel Delgado Baquerizo. La riqueza bacteriana de los suelos ha resultado ser muy variada. Los más pobres, que no tienen que coincidir con los desérticos, cuentan con unos 700 filotipos y el más diverso se acercó a los 2.900.

De las más de 25.000 especies de bacterias conocidas, solo 511 están presentes en la mayoría de los suelos

Sin embargo, la genética de las muestras también reveló que hay una especie de aristocracia de las bacterias. De las más de 25.000 especies identificadas, solo 511 se podrían considerar como universales: eran las más abundantes, suponiendo el 41% de toda la biomasa bacteriana, y estaban presentes en más de la mitad de los 237 suelos muestreados. «Las comunidades de bacterias siguen una dinámica muy parecida a la de la riqueza: unas cuantas engloban la mayor parte de la riqueza existente en la tierra», comenta Delgado Baquerizo.

El segundo gran resultado de este trabajo, publicado en la revista Science, es que la ciencia lo ignora casi todo de las bacterias del suelo. Ya sea porque a lo largo de la historia los científicos se han concentrado en los patógenos bacterianos o en las bacterias que podían tener alguna utilidad o por algún otro motivo, este atlas revela que en las bases de datos genómicas solo hay referencias del 18% de estos 500 filotipos. Además, muy pocas han sido aisladas y cultivadas en laboratorio.

«Es increíble lo poco que sabemos sobre las comunidades de bacterias que viven en nuestros suelos. ¡La mayoría, no tienen ni nombre! Es como si entráramos en un bosque y no supiéramos cuál es la especie de árbol mayoritaria en este bosque o la función que desarrolla esta especie en el ecosistema» dice Noah Fierer, también profesor en la Universidad de Colorado en Boulder y coautor del estudio.

La cianobacteria fijadora de nitrógeno 'Roholtiella edaphica' vista al microscopio óptico (400 aumentos).
La cianobacteria fijadora de nitrógeno ‘Roholtiella edaphica’ vista al microscopio óptico (400 aumentos). Concha Cano Díaz
 Junto a hongos y otros microorganismos, las bacterias son la vida del suelo. Intervienen en infinidad de procesos vitales. Descomponen la materia orgánica, liberan nutrientes y ellas mismas son la base de la cadena alimenticia. Además, fijan el carbono o el nitrógeno del que dependen las plantas. También neutralizan las toxinas, muchas de origen humano.

«Sin bacterias, el suelo estaría muerto y sin suelo no habría vida», recuerda el director del Laboratorio de Ecología de Zonas Áridas y Cambio Global en la Universidad Rey Juan Carlos y coautor del estudio, Fernando Maestre. «Ya sabíamos la relevancia de las bacterias para el suelo y los servicios que éste nos presta pero desconocemos aún qué función concreta hace cada especie», añade. Por eso, al identificar las 511 especies dominantes, este trabajo permitirá a los científicos centrar sus energías en esta aristocracia bacteriana y averiguar por qué son tan universales.

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¿La inteligencia viene de serie o se entrena? David Bueno

David Bueno es un científico rodeado de preguntas: ¿Cómo aprendemos? ¿Cómo piensa un adolescente? ¿Cuál es la mejor edad para comenzar con un segundo idioma? ¿Por qué la música, la plástica y la educación física son tan importantes? Él no quiere dejar ninguna sin respuesta porque como anuncia en su último libro, su pasión es contar todo lo que siempre hemos querido saber sobre el cerebro de nuestros hijos y nunca nadie se atrevió a explicarnos. Profesor de genética en la Universidad de Barcelona, David Bueno explica que la neurociencia ofrece claves que modificarán nuestra forma de enseñar y aprender.
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“Si fuéramos lo que comemos, los veganos no estarían hechos de carne”

Anthony Warner, el chef cabreado

El cocinero y bioquímico británico da un golpe en la mesa contra todas las “nutripolleces”, como él las califica

Dieta détox, paleo, alcalina, sin gluten… Hace años que Anthony Warner carga contra los mensajes poco científicos sobre alimentación que difunden los medios y las redes. Este cocinero y bioquímico británico, más conocido como Angry Chef (el chef cabreado), estrenó su exitoso blog en 2016.

Se había licenciado en bioquímica y había trabajado 10 años en restaurantes y 11 años en la industria de la alimentación. Ahora vive en el campo de Nottinghamshire y se dedica a exponer, con un tono ácido y socarrón, las “mentiras y falsedades” que nos venden sobre la comida. Acaba de publicar El Chef Cabreado (editorial Ariel).

– ¿Deberían estar prohibidos blogs y webs sobre salud con contenidos poco científicos, como el Goop de Gwyneth Paltrow, que difunde consejos como los enemas de café?

– Sería imposible prohibirlos, pero se los debería responsabilizar más. Debería haber repercusiones para cualquiera que haga afirmaciones alocadas sobre las dietas que curan enfermedades específicas. Esto puede llevar a falsas esperanzas, o incluso a personas que abandonan la medicina convencional.

– “No somos lo que comemos, claro que no”, afirma usted. ¿Quiere decir que lo que comemos no influye en nuestro estado de salud?

– Obviamente no somos lo que comemos, de lo contrario los veganos no estarían hechos de carne. Nuestra dieta puede influir en nuestra salud, pero en realidad nos adaptamos muy bien a comer una variedad de cosas diferentes, y probablemente el único consejo sensato es comer variado. “Somos lo que comemos” es una idea simplista y completamente falsa.

Si fuéramos lo que comemos los veganos no estarían hechos de carne”

– Chía, col kale, fermentados… Cada día tenemos noticias sobre un nuevo superalimento. ¿Qué le parece?

– “Superalimento” es solo un término de marketing, pero parece que la gente se ha aferrado a él. Ninguna comida debe ser considerada súper. Creo que deberías tratar de comer una gran variedad, tal vez incluyendo la col rizada y la chía si te gustan, pero sin idolatrarlas. Una zanahoria, una naranja o un tomate aportan lo mismo.

– Dice que las dietas détox no sirven para nada. Explíquese. ¿Nos intentan sacar el dinero? – Nuestro cuerpo tiene un sistema realmente bueno para eliminar toxinas, nuestro hígado y nuestro riñón. Si quieres desintoxicar tu cuerpo estás de suerte, porque lo estás haciendo constantemente. No hay alimentos o productos especiales que eliminen las toxinas de tu cuerpo. Si tu cuerpo no puede eliminar las toxinas, necesitas una ambulancia, no un zumo verde ni un desinfectante para pies. Me atrevería a decir que la desintoxicación es una estafa de marketing, jugando con el miedo de las personas.

‘Superalimento’ es solo un término de marketing, pero parece que la gente se ha aferrado a él”

– Dice que la dieta alcalina es una mentira peligrosa…

– Es muy restrictiva, muchas celebrities la usan para bajar de peso. Pero tiene un lado oscuro. Su fundador, un naturópata estadounidense, Robert O. Young, afirma en su libro que puede curar el cáncer y ha sido encarcelado por practicar medicina sin licencia después de inyectar bicarbonato a sus pacientes para alcalinizar sus cuerpos. Varias personas han renunciado a los tratamientos convencionales contra el cáncer a favor de la alimentación alcalina. Las celebrities que apoyan esta estúpida dieta deberían analizar un poco su historia.

– De la dieta paleo dice que es una “estupidez supina”. ¿Por qué?

– Es una dieta baja en carbohidratos, no muy diferente de la dieta Atkins de los años 70. La única diferencia es que le han adjuntado una historia de fantasía de hombres de las cavernas. Nadie sabe realmente qué comía la gente en el paleolítico, pero podemos estar seguros de que no tiene nada que ver con lo que comen hoy los defensores de la dieta. El lenguaje de las dietas paleo tiene mucho que ver con la misoginia, la idea de que los valientes cazadores salieron a comer carne y las mujeres se quedaron en casa recogiendo bayas y cuidando a los niños. Crea una visión idolatrada del pasado, cuando las expectativas de vida eran extremadamente bajas.

El lenguaje de las dietas paleo tiene mucho que ver con la misoginia”

– El azúcar, según usted, “no es una toxina, ni un veneno, ni una droga”. ¿Pero no cree que lo consumimos en exceso?

– Mucha gente toma demasiado azúcar, pero decirle que es tóxico y adictivo no es verdadero ni útil. Si renuncia al azúcar, es poco probable que comience a comer de forma saludable, tendría que renunciar a todas las frutas y verduras. El miedo no es una buena forma de fomentar un cambio de comportamiento a largo plazo. Preferiría ver mensajes positivos, como comer fruta y cocinar con verduras, en lugar de toda esa tristeza y culpa…

– ¿Está demostrada la relación entre excesivo consumo de azúcar y obesidad?

– Hay muy poca evidencia de que el azúcar haga que las personas ganen peso directamente. Un informe del gobierno del Reino Unido hace un par de años no logró encontrar un gran vínculo.

Hay muy poca evidencia de que el azúcar haga que las personas ganen peso directamente”

– ¿Y qué opina sobre la afirmación que el azúcar integral de caña es más saludable que el blanco?

–No creo que haya muchos argumentos que lo demuestren. Cuando la sacarosa está en nuestro cuerpo, nuestro metabolismo no tiene mucha idea de dónde viene. Se podría argumentar que tiene más sabor y por lo tanto se toma menos cantidad, pero si sabe mejor, tal vez comerás más.

– Los siropes de ágave o arce o los jarabes que se usan para sustituir el azúcar, precisamente, contienen azúcar a montones, según usted… ¿Otro mito?

– Sí, otro mito. A nuestro cuerpo simplemente no le importa cuán caro es el azúcar que comemos. De nuevo aparece el argumento de que como tienen más sabor son mejores porque usaremos menos, pero esto no se sostiene.

A nuestro cuerpo simplemente no le importa cuán caro es el azúcar que comemos”

– “El azúcar alimenta el cáncer”. ¿Qué diría, sobre esta afirmación?

– ¡No! Es un mito peligroso. Es particularmente popular entre los defensores de la dieta cetogénica, con supuestos poderes milagrosos. Se dirigen a personas vulnerables que sufren una enfermedad terrible y les venden libros, suplementos y falsas esperanzas. El azúcar no alimenta el cáncer. Cuando las personas se someten a tratamientos contra el cáncer, lo último que necesitan es una dieta restringida.

– Parece que hay unanimidad en que los alimentos procesados son malos para nuestra salud. Están de acuerdo especialistas e intelectuales de diferentes ámbitos. ¿Usted lo niega? – Si un alimento es saludable o no, depende de los nutrientes que contiene, no de la fábrica en la que está hecho. Decir que todo el alimento procesado es malo es ilógico y falso. ¿Son malos los tomates enlatados? ¿Es mala una barra de pan? La comida procesada juega un papel en la vida de las personas. Decirle a la gente que es mala resulta particularmente inútil, y creo que gran parte del lenguaje sobre alimentos procesados es muy crítico y elitista.

La comida procesada juega un papel en la vida de las personas”

– En un momento en el que habla de la comida de McDonald’s afirma usted que “la comida preparada mejora la vida porque deja libres a las personas para vivir la manera que elijan”…

– A veces hay cosas más importantes para nuestra salud que la dieta. Hay vínculos sociales y familiares, salud mental. Si una experiencia alimenticia es positiva para todo esto, entonces es bueno para nosotros. No estoy diciendo que deberíamos ir a McDonald’s cada día, pero si eso trae placer y ayuda a formar un vínculo o a hacer una celebración, ciertamente no es algo de lo que debamos sentirnos culpables. Si McDonald’s desempeña un papel positivo en tu vida, entonces no deberías sentirse culpable por disfrutarlo ocasionalmente. Solo asegúrate de que no sea todo lo que comes. Eso no sería saludable ni agradable.

– “La medicina tradicional china se basa en falsas creencias y malentendidos”. ¿Lo puede matizar?

– La medicina tradicional china está llena de creencias falsas. ¿Realmente creemos que el cuerno de rinoceronte molido funciona para la fertilidad? Ahora tenemos un método científico para evaluar si los tratamientos y medicamentos funcionan. Pero es fácil olvidar esto y caer en el engaño. En el libro analizo cosas como la regresión a la media y la correlación errónea de la causalidad. Cuando aplicamos el rigor científico a las medicinas tradicionales, a menudo encontramos que no tienen base.

A veces hay cosas más importantes para nuestra salud que la dieta. Hay vínculos sociales y familiares, salud mental”

– ¿Qué le parecen las dietas o alimentos que aseguran mejorar el autismo infantil? Creo que cualquier dieta que afirme curar el autismo es vergonzosa. No hay buena evidencia de ello, y demuestra un profundo malentendido de una condición muy compleja. Es vergonzosa la poca comprensión y empatía que hay para las personas autistas.

– No hay que imponer reglas en la alimentación, según usted. Pero en su libro apunta su breve guía para “comer bien”. ¿Cuáles son sus reglas?

– Disfruta la comida. Come muchas cosas diferentes. Trata de no sentirte culpable por lo que comes. Y nunca hagas que nadie se sienta culpable por sus elecciones.

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Así huelen, ven, oyen e interactúan las plantas con su entorno

Se confecciona el primer mapa bioquímico de las proteínas que actúan como sensores y desencadenan la respuesta de los vegetales a las amenazas exteriores.

Como quiera que la definamos, la facultad de captar la realidad y las modificaciones del entorno se basa en unas membranas proteínicas que actúan como sensores y que hasta ahora no habían sido estudiadas con profundidad. Un grupo internacional de científicos acaba de llenar esa laguna confeccionando un mapa detallado de las relaciones bioquímicas entre 200 de esas proteínas, publicado en la revista Nature.

No se debe subestimar la importancia de este trabajo, ya que, como ha explicado uno de sus autores, Shahid Muktar, de la Universidad de Alabama en Birmingham (Estados Unidos), será una herramienta que permita desarrollar nuevos métodos para «incrementar la resistencia de las plantas a situaciones de estrés como calor, sequía, heladas, salinidad o el ataque de microbios nocivos».

 

Los expertos se han centrado en la familia más importante de estas sensitivas proteínas: los receptores de tirosina quinasa de repetición rica en leucina (LRR, por sus siglas en inglés). Extendidas fuera de las membranas celulares, estas enzimas receptoras están especializadas en reconocer señales químicas –como fragmentos de proteína pertenecientes a patógenos– e iniciar después los mecanismos de defensa en el interior de las células de las plantas.

 Los generales del ejército

La especie investigada en los laboratorios –la Arabidopsis thaliana– contiene 600 tipos diferentes de esta enzima (o sea, 50 veces más que el ser humano), y son cruciales para su crecimiento, inmunidad y la reacción a situaciones críticas, aunque se sabía poco de su funcionamiento coordinado. Los expertos analizaron 400 territorios extracelulares donde actúan dichos receptores y realizaron 40.000 tests de interacción entre ellos. Luego, el mapa así obtenido fue puesto a prueba con algoritmos que generaban diversas hipótesis.

Todo este arsenal de datos cruzados ha demostrado la importancia de la labor conjunta de los receptores de tirosina quinasa LRR para la supervivencia de las plantas y, sobre todo, en su protección frente a los patógenos. En el detalle de la investigación destaca el descubrimiento de receptores de tirosina quinasa fundamentales en la coordinación de la red proteínica de alerta, esècialmente uno bautizado por los expertos como APEX. Cuando este último era eliminado, la planta sufría serias disfunciones tanto en su desarrollo como en la respuesta inmune a los microbios, aunque dichas reacciones fueran orquestadas por enzimas muy apartadas de la esfera de influencia de las APEX. Es decir, serían una especie de “generales” bioquímicos en la guerra contra los enemigos del exterior.

Referencia: Elwira Smakowska-Luzan et al, An extracellular network of Arabidopsis leucine-rich repeat receptor kinases, Nature (2018). DOI: 10.1038/nature25184 

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Cuáles son las células de nuestro cuerpo que viven durante más tiempo

Hay 37.200 millones de células en tu cuerpo… aproximadamente, por supuesto.

Esa fue la cifra a la que llegaron los científicos en 2013 tras un gran esfuerzo, pues calcular el número promedio de células en el cuerpo humano es complicado, pues depende de en qué te bases para hacer el conteo.

Basándose en el volumen, la estimación es 15.000 millones de células; basándose en el peso, serían 70 billones.

Así que tuvieron que analizar el número de células por tipos y por órganos, revisando la literatura disponible para obtener una lista detallada de volúmenes y densidades en todo, desde el intestino hasta las rodillas.

Así llegaron a esa enorme cifra de 37.200 millones, sin incluir los millones de microbios que viven en nuestros cuerpos.

No siempre las mismas

En promedio, las células de tu cuerpo son reemplazadas cada entre 7 y 10 años.

Pero no todas tienen los mismos ritmos vitales: algunas viven unas pocas horas mientras que otras, varias décadas.

Las células de neutrófilos (un tipo de glóbulo blanco) pueden durar solo dos días, mientras que las células en el medio de tus lentes serán las mismas toda tu vida.

E incluso es posible que tus células cerebrales tengan vidas potencialmente más largas que la tuya.

En 2013, un equipo de investigadores trasplantó neuronas de ratones viejos al cerebro de ratas de vida más larga y descubrieron luego que las células seguían sanas, después dos vidas completas de ratón.

Entonces, ¿cuánto tiempo viven?

Hasta donde sabemos…

Las células cerebrales: ¿más de 200 años?

Células de lentes oculares: toda tu vida

Óvulos: 50 años

Células del músculo cardíaco: 40 años

Células intestinales (excluyendo el revestimiento): 15,9 años

Células del músculo esquelético: 15,1 años

Células grasas: 8 años

Células madre hematopoyéticas: 5 años

Células hepáticas: 10-16 meses

Células de páncreas: 1 año

Y, ¿a dónde se van al morir?

Las células en la superficie de nuestro cuerpo o en el revestimiento de nuestro intestino se desprenden y se desechan.

Las que están dentro de nuestros cuerpos son capturadas por los fagocitos, glóbulos blancos que ingieren otras células.

La energía de las células muertas se recicla en parte para formar otros glóbulos blancos.

Si cambiamos de células, ¿por qué envejecemos?

Aunque la mayoría de las células se regeneran, los procesos implicados progresivamente se vuelven poco fiables con el tiempo.

En particular, el ADN que lleva las instrucciones para los procesos celulares se daña, lo que eventualmente impide más división celular.

El resultado es el creciente nivel de decrepitud que llamamos envejecimiento.

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“El estrés genera mucho ruido cerebral y afecta a capacidades como la memoria”

El prestigioso neurocientífico Tomás Ortiz Alonso, experto en educación, ha dedicado buena parte de su vida a desentrañar los misterios del cerebro. En los próximos 30 años, confía, la ciencia por fin tendrá certezas sobre cómo funciona.

CUARENTA AÑOS”, responde con entusiasmo imperecedero y como si hablara de días Tomás Ortiz Alonso, médico y psicólogo, cuando se le pregunta cuánto hace que el cerebro humano es su gran pasión. Nacido en Guadalajara hace 67 años y catedrático de Psicología Médica en la Universidad Complutense de Madrid, es un experto de prestigio internacional que desarrolla programas neuroeducativos en niños para “activar los mecanismos cerebrales que procesan la información y que permiten construir autopistas neuronales de aprendizaje”. Suena complejo, pero Ortiz Alonso lo explica sin perder la sonrisa con una imagen que, además de sencilla, es radiante: “La diferencia entre un cerebro que se ejercita en la escuela de forma ordenada, regular y sostenida y otro que no lo hace es la misma que existe entre un árbol visto en otoño y en primavera”.

Divorciado y padre de tres hijos (“una es neurorradióloga en Harvard; otra, experta en neuroeconomía, y el otro, abogado que se prepara para ser juez”), Ortiz Alonso dirige además la colección Neurociencia y Psicología que publicará El País a partir del próximo domingo. Cuarenta títulos sobre los descubrimientos más recientes que exploran las relaciones entre el cerebro y el entorno, los procesos cognitivos y emocionales y la conducta humana. Un anticipo de esa compilación es este diálogo, mantenido el mediodía de un jueves en Buenos Aires, donde está desarrollando Visión táctil, un proyecto digno de un escritor de ciencia-ficción, pero con efectos muy reales: tecnología mediante, el programa permite que niños ciegos de nacimiento puedan “leer a medio metro” gracias a un sistema que capta información visual y la traduce a impulsos táctiles.

¿Cuándo y por qué empezó a interesarle el cerebro? Estudiaba Psicología, pero me fascinaba saber cómo pensamos, cuáles son nuestras emociones y cómo eso se refleja en el cerebro. Los conocimientos de las teorías psicológicas no alcanzaban a responder esas preguntas. Por eso hice también Medicina.

Si tuviera que trazar un mapa de lo más importante que aprendimos del cerebro en estas décadas, ¿qué diría? Antes una persona tenía un accidente, perdía el habla y deducíamos que esta podía relacionarse con la zona cerebral donde se producía la lesión. Ese conocimiento era indirecto. Ahora tenemos información directa y en tiempo real mientras el cerebro realiza una función. Ese ha sido el gran salto. Estamos conversando y podríamos ver cuáles son las áreas que se activan mientras escuchamos o hablamos, mediante una serie de técnicas de registro. La resonancia magnética, por ejemplo, permite ver cuál es el metabolismo de las neuronas cuando realizan una función. A más metabolismo se supone que hay más actividad y eso se correlaciona directamente con las funciones que se ejecutan.

En el imaginario cultural el cerebro parece haber reemplazado al corazón, del que se suponía provenían virtudes y flaquezas. Hoy, la neurobiología y el inconsciente lo explican todo. ¿Qué hay de mito y qué de realidad? A lo largo de la historia, en ocasiones se transmite un error científico porque quien lo difundió inicialmente fue una gran persona. Aquí el error proviene de la filosofía de Aristóteles. Él creía que las funciones cognitivas que nos permiten recibir, seleccionar, almacenar, elaborar y recuperar información ambiental estaban en el corazón. Ese error explica que una persona diga: “Te quiero con todo mi corazón”. Si es así, no le quieres nada y no es curioso que haya tantos divorcios [ríe]. Sucede en la cabeza. El corazón no tiene ningún sentimiento: es un mero receptor de una estimulación cerebral, asociada a una emoción. Hoy se conocen incluso áreas cerebrales más implicadas en una función emotiva que en una cognitiva. Pero parece que decirle a una chica “te quiero con todo mi hipotálamo” no pega.

Sus investigaciones subrayan la necesidad de ejercitar el cerebro de los niños ordenada y sistemáticamente como clave para mejorar el aprendizaje. ¿Qué lugar ocupa el ocio en ese modelo? El ocio es una construcción cultural. El cerebro no lo entiende: siempre está haciendo algo. Incluso en el tiempo que llamamos “libre”, leemos o caminamos o nos ejercitamos… Trabaja también durante el sueño: hay una parte, el tronco, que debe funcionar para poder respirar. Está probado que si lo estimulamos ordenada y sistemáticamente y lo hacemos todos los días con cosas sencillas (ejercicios de equilibrio y de atención, por ejemplo), la neuroplasticidad es mayor: se generan nuevas neuronas en una estructura que se llama hipocampo, asociada a la memoria. Y esas nuevas conexiones se vuelven estables, que es lo que se requiere para aprender. Por el contrario, cuando no lo entrenamos nos cuesta retomar el ritmo, como sucede cada lunes.

“La diferencia entre un cerebro que se ejercita en la escuela de forma ordenada y otro que no lo hace es la misma que existe entre un árbol visto en otoño y en primavera”

Déjeme defender el descanso. Un ensayo reciente, 24/7: Capitalismo tardío y el fin del sueño, de Jonathan Crary, denuncia que el capitalismo actual, en su intento de extraer rentabilidad de todo, va incluso por nuestras horas de sueño. ¿Cómo incide dormir poco en la productividad? Tiene efectos nocivos y es un muy mal negocio. Necesitamos cinco ciclos de sueño y cada uno dura entre 90 y 120 minutos. Lo ideal es dormir de 7 a 9 horas. Menos perturba la memoria. En un niño hace que no esté atento; en un adulto afecta su concentración y, por ende, su eficacia. En esos términos, quizá podríamos acordar que el sueño sería el ocio que necesita el cerebro para poder trabajar después a todo ritmo y recuperar la información que adquirió durante el día. Niños que descansan bien tienen un buen desarrollo madurativo. Y por el contrario, los pequeños que duermen mal sufren de déficit de atención.

¿Varía la neuroplasticidad con la edad? La plasticidad es la capacidad que tiene el cerebro de aumentar las conexiones neuronales como consecuencia de la estimulación ambiental. A más estímulos, más plasticidad. Tiene dos fases. La primera es lábil, poco estable y nada útil. Para que lo sea necesitamos repetir las cosas. En otras palabras: podemos oír 20 idiomas, pero útil es el que practicamos todos los días. Existen ventanas temporales durante las cuales se favorece la plasticidad neuronal. Las asociadas a la edad se llaman “tiempos críticos”. Hay periodos en la infancia en los que cualquier estímulo genera plasticidad neuronal estable. Se supone que puedes ser bilingüe si has aprendido los dos idiomas antes de los siete años, porque tu plasticidad es tan grande que permite incluso desarrollar las entonaciones con las que habla un nativo. El bilingüismo aumenta la capacidad cerebral al incrementar la actividad del hemisferio derecho. Y eso es importante porque un cerebro multilingüe responde mejor a diversos estímulos en distintas situaciones.

¿La motivación puede salvar el escollo de un aprendizaje a destiempo? La psicología incide en ello. Hay una plasticidad neuronal muy rápida, asociada a intereses y motivaciones. Una persona puede aprender a hablar rápidamente un idioma, si dependen de eso sus hijos, su vida, su trabajo. Esa motivación es suficientemente alta para aprender cualquier cosa a cualquier edad. Las personas a las que les gusta el fútbol, por ejemplo, saben enseguida los nombres de los futbolistas de su equipo y la historia de sus goles al detalle. Los intereses primarios aceleran mucho los procesos de aprendizaje y de plasticidad cerebral.

“El estrés genera mucho ruido cerebral y afecta a capacidades como la memoria”
Mariana Eliano

¿Y la sobreexigencia?¿Afecta el estrés a nuestras habilidades intelectuales? Genera mucho ruido cerebral. Imagina que estás en una fiesta e intentas hablar con un amigo, pero hay tanto escándalo que ni siquiera lo oyes. El estrés impide desarrollar capacidades. Inhibe la plasticidad cerebral. Es una enfermedad silenciosa: aumenta una sustancia llamada cortisol que afecta los receptores del hipocampo, que ya no consiguen de­sarrollar su capacidad de memoria, atención y codi­ficación de cosas nuevas. ¿Cómo lo eliminas? En situaciones de relajación, donde te has aislado físicamente del ruido visual, auditivo, táctil. Sucede también con la depresión o con un trastorno obsesivo compulsivo: son ruidos cognitivos, psicológicos, emocionales. Un pensamiento que está constantemente intro­duciéndose en lo que haces, distorsiona y te impide actuar con calidad.

En sus conferencias destaca usted el papel del juego. ¿Jugamos poco los adultos? Decía Ramón y Cajal en 1923 que “el juego es una preparación necesaria para la vida”, que imprime un sello, a la vez intelectual y moral. En él intervienen factores motivacionales, de novedad, de interacción de unos con otros, de competitividad, que contribuyen al desarrollo en una época de gran neuroplasticidad. A más novedad, el cerebro capta información a más velocidad y la archiva mucho mejor. La pregunta es por qué los adultos no seguimos jugando. ¿Hemos perdido esa capacidad? Es una gran pregunta y sucede en todas las culturas. Antes de la Revolución Industrial, el alumno aprendía de una forma práctica y utilizaba más el juego que nosotros. Es decir, el pintor enseñaba pintando. Eso contribuía a desarrollar más el juego a lo largo de la vida. En nuestra sociedad, la memoria y el conocimiento están asociados a los sistemas educativos. Con juegos se tardaría más tiempo y hoy la rapidez es un valor.

¿Cómo relaciona la necesidad de repetir para aprender con el concepto estrella de esta época: la creatividad? Hay muchas teorías. Yo creo que el mejor chiste en una conferencia es el que has ensayado muchas veces. El cerebro no imagina cosas de la nada. Creativo es quien desde una sistematización de información desarrolla algo distinto. Pero a partir de una estructura muy documentada. Se han dado casos en los que la idea llega en estado de reposo, sin ningún tipo de estímulos. Alguien venía buscando una respuesta que surge de pronto; pero antes de ese momento hubo mucho trabajo estructural, ordenado y sistematizado. No fue espontáneo.

“El estrés genera ‘ruido’ e impide desarrollar capacidades como memoria, atención y codificación. Inhibe la plasticidad cerebral.
Es una enfermedad silenciosa”

Distintos best sellers promocionan la “inteligencia emocional”, asociada a la posibilidad de dirigir con éxito lo sensitivo. ¿Qué opinión le merece? Es un enfoque más psicológico, pero soy crítico. Desde la neurociencia es poco consistente. Las respuestas emocionales son previas a cualquier proceso cognitivo, con lo cual sería difícil modificarlas. Si tú ves una araña, enseguida te retiras. Si empiezas a pensar que es una araña, te pica. Después sí, vendría una respuesta cognitiva: “Era una araña”. Se podría hablar de una terapia para identificar la araña. Pero lo que no sabemos es cómo, identificándola, tu respuesta sería no retirarte.

¿Somos esclavos de nuestras emociones entonces? Mucho. La neurociencia se acerca más al conocimiento de cómo se producen las emociones que a terapias concretas. Eso no quiere decir que no podamos usar ese conocimiento científico para intentar algunas cosas…

Cuénteme. Si es verdad que la respuesta emocional es inmediata y, a la vez, que para tener una plasticidad cerebral eficiente se necesitan muchos estímulos ordenados y a lo largo del día y todos los días, es muy difícil hacer una terapia. Pero hay una técnica con la que sí se consigue esa respuesta: la sonrisa. La sonrisa es un proceso emocional positivo que el niño adquiere a partir de la sonrisa de la madre y que permanece a lo largo de su vida. Por eso colocamos imágenes de sonrisas en las aulas. De tal forma que, nada más que levanten la cabeza cuando vean al profesor, siempre las verán. Generan automáticamente una respuesta positiva, distinta a la que obtendrías junto a personas tristes o agresivas.

¿Rinde la empatía en el mundo corporativo? ¿La gente feliz produce más y mejor? Sí. Porque el siguiente conocimiento que nos ofrece la neurociencia es que las situaciones tienen una representatividad en el cuerpo. Hay un dicho en latín: “Mens sana in corpore sano”. Yo creo que es al revés. En la medida en que te encuentras bien físicamente se producen estímulos que benefician la salud de tu mente. Eso sería lo que la neurociencia aporta: ir de lo simple a lo complejo. Sabemos, por ejemplo, que si uno no está bien hidratado, disminuye su atención. Hidratarse cinco minutos antes de una clase no cuesta nada y rinde mucho. Si tú tienes el cuerpo sano, recibes sonrisas, trabajas en un ambiente agradable, sin frío, ni calor, ni odio, ni agresión, tu cerebro funciona mejor que en un sitio donde sientes hostilidad ambiental, emocional o de cualquier otro tipo.

Entender más la química cerebral ha generado la sensación de que existe una pastilla para resolver cualquier déficit. ¿Cuáles son los riesgos de esa mirada? Los fármacos sirven para regular sustancias que el cerebro no tiene o ha perdido y que son necesarias. No desarrollan una función, permiten que puedas realizarla. Se ataca un aspecto del problema, pero no se resuelve la parte psíquica que requiere terapias para recuperar las funciones. La ayuda farmacológica disminuye el nivel de sufrimiento, pero si el problema que lo ocasiona subsiste, allí queda. No hay un medicamento que mágicamente devuelva la memoria. Tampoco pastillas de la felicidad.

¿Su presencia en Argentina se relaciona con alguna investigación? Trabajo en un programa que vengo desarrollando en España desde hace 20 años y que aspiramos a profundizar aquí con un acuerdo con la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia. Se llama Visión táctil y consiste en lograr que niños ciegos de nacimiento puedan leer a distancia.

¿Cómo? Mediante una microcámara que el niño usa en unas gafas parecidas a las de 3D. El sistema capta la información visual a medio metro, una letra por ejemplo, y la transmite a través de bluetooth a un dispositivo que genera impulsos táctiles que él percibe en la mano, donde aparece globalmente la letra en milisegundos. Esa suerte de “imagen” táctil de la letra se transmite al cerebro, que la reconoce como tal. Es un proceso de aprendizaje. Hemos hecho investigaciones en adultos, pero se avanza más lentamente.

La tecnología auspicia a otra vedette: la inteligencia artificial. Le confieso que siento cierto rechazo: suena a Victor Frankenstein, tratando de armar una criatura a su imagen y semejanza. No soy experto en inteligencia artificial y, aunque entiendo su escozor, creo que en el ámbito de la neurociencia, los robots o programas específicos nos ayudarán a mejorar muchísimo cerebros que estén lesionados. Podremos actuar sobre la capacidad de reestructuración de esos cerebros o con desarrollos asociados a la memoria, de forma más interactiva.

¿Qué nos falta conocer del cerebro que va a cambiarlo todo? Algo muy sencillo: cómo funciona. Solo tenemos pistas. ¿Qué dispara el autismo, por ejemplo? No sabemos. Sí, que hay un área del cerebro autista que en apariencia no tiene neuronas en espejo, que son las células capaces de percibir la imagen emocional de otra persona. O dilucidar por qué la gente se enamora o deja de quererse. Sabemos que cuando una persona se enamora hay un cambio hormonal: ciertas áreas límbicas se encienden y tienen una actividad tan potente que inhibe las áreas perceptivas. El enamorado cambia la impresión que tiene sobre el otro. “El amor es ciego”, dice el refrán. Debe ser un mecanismo muy simple que genera miles de conexiones, actividades e interacciones, pero todavía no lo conocemos. El bosque no nos deja ver lo que hay detrás. Avanzamos, pero probablemente necesitemos mirar el cerebro desde arriba, mirar el bosque más desde lo alto, para identificar qué hay y cómo se conecta. En los próximos 30 años, seguramente resolveremos el enigma.

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El origen del hombre no era como pensabamos

¿Quiénes fueron los primeros humanos sobre la Tierra? Hasta hoy se creía que África fue la cuna del ‘Homo sapiens’, pero… restos de ADN, investigaciones genéticas y revolucionarios hallazgos paleontológicos están dándole la vuelta a la imagen que teníamos sobre el origen de nuestra especie. Por Frank Ochmann / Fotos: Gerard Gierlinsky, Getty Images y AGE Fotostock

El sol ya rozaba el horizonte cuando el paleontólogo llegó a Trachilos, un apartado paraje en la isla griega de Creta. «Lo que vi al llegar a la playa me sacudió como un rayo», cuenta el paleontólogo polaco Gerard Gierlinski. Docenas de huellas de pequeños pies humanos con el pulgar grande aparecían fosilizadas sobre una roca. ¿Cómo y cuándo habían acabado allí?

En busca de respuestas, el científico llamó a su compatriota Grzegorz Niedzwiedski -investigador en la Universidad de Uppsala (Suecia)-. Sin insistir mucho, su jefe, el sueco Per Ahlberg, también se sumó a la causa.

Juntos viajaron a Creta, donde los tres investigadores -Gierlinski, Niedzwiedski y Ahlberg- se lanzaron a estudiar en profundidad las enigmáticas rocas. Lo realmente importante era la datación. ¿Cuándo pisaron aquellos pequeños pies de pulgar sorprendentemente grande una arena que con el tiempo acabaría convertida en roca?

Los científicos observaron que la lámina de piedra que tenía las huellas estaba formada por sedimentos marinos comprimidos y que albergaba restos de unos seres diminutos. Estos cuerpos petrificados son para los especialistas como las hojas de un calendario, ya que su sucesión temporal en la historia evolutiva se conoce con bastante precisión. Con estos análisis en la mano, los científicos dataron las huellas de Trachilos en unos 5,7 millones de años; es decir, dos millones de años más antiguas que las de Laetoli (Tanzania), el récord actual. Todo un bombazo.

Estas huellas, descubiertas en Trachilos (Creta), tienen 5,7 millones de años y son el vestigio más antiguo de nuestra especie. Es un hallazgo revolucionario ya que cuestiona la teoría vigente sobre el origen africano de la humanidad y adelanta en dos millones de años el ‘reloj’ de nuestra presencia sobre la Tierra

Y no ha sido el único hallazgo sensacional que a lo largo de estos meses ha sacudido la imagen que teníamos de la evolución del ser humano.

La clave de una revolución científica

La teoría aceptada hasta la fecha sostiene que, entre seis y siete millones de años atrás, una rama de primates del este de África empezó a evolucionar en una doble dirección. chimpancés y bonobos, por un lado; los humanos, por el otro. En realidad, nada fundamental ha cambiado en esta interpretación de los hechos. Solo un detalle: ¿la transformación anatómica se produjo únicamente en una reducida zona próxima al Gran Valle del Rift, como nos hacían sospechar numerosos hallazgos? Dicho de otra manera, ¿de verdad fue el África Oriental la ‘cuna de la humanidad’ o hubo más ‘cunas’? Quizá, como ironizó en su día el sacerdote y naturalista francés Henri Breuil (1877-1961) ante la variedad de hipótesis sobre el tema, la ‘cuna de la humanidad’ sea en realidad «una cuna con ruedas».

Ante una noticia así, no debería la comunidad científica mundial haberse puesto a dar saltos de alegría? Nada más lejos. A los científicos no les gusta mucho cuestionar sus certezas… o presuntas certezas. Pasaron seis años hasta que una revista especializada aceptó el descubrimiento y publicó un artículo sobre las huellas de Creta y su interpretación.

¿De verdad fue África la única cuna de la humanidad? Los recientes descubrimientos científicos en China, Creta, la India… apuntan a un modelo mucho más complejo

Más de una docena de referees, como se llama a quienes revisan la validez de la información, repasaron una y otra vez los datos, cuestionaron unos, exigieron profundizar en otros… «Al final del proceso nuestro artículo había mejorado -admite el sueco Per Ahlberg-. ¿Pero era necesario que se alargara todo tanto? No somos unos principiantes. Sabemos de lo que hablamos. Son huellas de unos pies con una forma muy parecida a la del ser humano moderno, no cabe duda».

La parte más fácil de explicar es cómo acabaron esas huellas grabadas en las rocas de la playa de Trachilos. Según Ahlberg, una lengua de lodo pudo haberse extendido sobre la arena, rellenando las huellas que el sol ya había secado. Poco a poco, nuevas oleadas de limos se fueron superponiendo capa a capa y las marcas sobrevivieron apresadas a muchos metros de profundidad, hasta que las tremendas presiones de esta zona geológicamente activa del Mediterráneo devolvieron las areniscas a la superficie hace 20.000 o 30.000 años.

En busca del primer ser humano sobre la tierra

Las huellas de Creta no son, de todos modos, la única noticia que está transformando nuestro conocimiento de la evolución humana. Otros datos arrojan nueva luz sobre cuestiones que se daban por seguras, como la ‘edad’ del célebre Homo sapiens (‘hombre sabio’), el nombre -acuñado en 1758 por el naturalista sueco Carlos Lineo- que se le sigue dando a nuestra especie.

El dedo gordo nos delata… A pesar de la diferencia de tamaño, las pisadas encontradas en Creta y Laetoli, Tanzania, muestran la forma inconfundible de un dedo gordo de pie humano

Hasta hoy se creía que los primeros ejemplares vivieron hace 195.000 años, tras descubrirse, en 1967, fragmentos de dos humanos anatómicamente modernos -Omo 1 y Omo 2- en el valle del río Omo, al suroeste de Etiopía. Al margen de algún que otro investigador que cuestionó su «modernidad anatómica», el estatus de ambos restos como la forma temprana del Homo sapiens nunca se ha puesto en duda. Por esa razón llamamos a África Oriental la cuna de la humanidad. Desde allí, el ser humano moderno se habría extendido por todo el planeta en dos grandes movimientos migratorios, el último de ellos hace unos 50.000 años. Es lo que se conoce como el modelo Out of Africa.

Las pisadas de los simios, por el contrario, se asemejan a huellas de manos

A comienzos de los años sesenta, en Marruecos, se hallaron en la región de Jebel Irhoud algunos restos humanos y herramientas de piedra. A los fósiles se les atribuyó una antigüedad de 40.000 años, pero hace una década nuevos restos retrasaron esa cifra hasta los 160.000 años. El pasado junio, sin embargo, el equipo de Jean-Jacques Hublin, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig, y su colega marroquí Abdelouahed Ben-Ncer anunciaron que una nueva datación del mencionado yacimiento retrasaba todo hasta los ¡315.000 años! Es decir, los restos de Homo sapiens eran bastante más antiguos de lo que se pensaba y, además, se hallaban a más de 5000 kilómetros de distancia del valle del Omo. «Nuestros datos demuestran que el Homo sapiens estaba presente en todo el continente africano hace unos 300.000 años», explica Jean-Jacques Hublin.

¿Y si estuviera en China el origen de la humanidad?

Desde Asia, sobre todo desde China, también llegan trabajos que cuestionan el modelo del origen africano. En 1978, en la provincia de Shaanxi, al noroeste del país, se descubrió el llamado hombre de Dali, con una antigüedad de unos 260.000 años. Según un análisis publicado hace unas semanas, el cráneo en cuestión presenta una cantidad llamativa de características propias del Homo sapiens. Por ejemplo, el rostro ya es plano y el cráneo, aunque todavía alargado, está más redondeado que el de los simios y cuenta con mayor espacio para el cerebro. La evolución del ser humano, por lo tanto, demuestra ser un proceso complejo que también abarcó amplias regiones de Eurasia. Este modelo opuesto al tradicional Out of Africa se conoce como el modelo ‘multirregional’.

Gracias a los análisis genéticos podemos reconstruir los movimientos migratorios de los pueblos prehistóricos. Ahondamos como nunca en la evolución

No son los únicos indicios aparecidos en Asia que cuestionan el modelo Out of Africa. Un equipo de investigación francoindio ha estudiado huesos fósiles de bovinos con 2,6 millones de años que, a los pies del Himalaya, presentaban marcas de corte producidas por afiladas herramientas de piedra. Experimentos realizados con lajas y huesos respaldan esta suposición. Lógicamente, alguien tuvo que dejar allí esos huesos después de haber cortado la carne con una herramienta de piedra… pero no sabemos quién estaba en condiciones de hacer algo así hace ¡2,6 millones de años!

Dos opciones: adaptarse a los cambios o extinguirse

Desde siempre, el ser humano ha querido saber de dónde viene. No solo a qué familia pertenece, sino más allá. ¿Cómo apareció sobre la faz de la Tierra? En este sentido, los modernos procedimientos genéticos han supuesto un impulso fundamental para la investigación de nuestro pasado. Ahora es posible reconstruir las relaciones de parentesco, rastrearlas a lo largo de decenas de miles de años y leer en el ADN los movimientos migratorios de los pueblos prehistóricos. Es decir, ahondar como nunca en las claves de la evolución.

Cuando un organismo deja, por ejemplo, de contar con alimento suficiente por cambios climáticos o por la llegada de una especie competidora, tiene dos opciones: morir, extinguirse, o adaptarse a las nuevas circunstancias; evolucionar. Y entonces se ponen en marcha procesos que trastocan elementos profundamente enterrados en el ADN para realizar ajustes y seguir adelante.

Por un lado, surgen alteraciones genéticas durante la división celular, clave en el crecimiento de los seres vivos. El entorno, a su vez, también afecta al genoma y altera la activación de los genes, variaciones de la partitura genética que pueden transmitirse de generación en generación. Por último, hay una tercera forma de producir cambios: el sexo. Sabemos que las distintas especies de homínidos no existieron por separado ni se fueron sucediendo unas a otras, ordenadamente. En realidad, diferentes especies habitaron el planeta en paralelo durante mucho tiempo y convivieron y se mezclaron también genéticamente.

Durante mucho tiempo se consideró al ‘Homo neanderthalensis’ como un ser
rudo y de pocas luces, desplazado por el ‘Homo sapiens’. Hoy sabemos que ambas especies compartieron territorio y, de vez en cuando, también el lecho

Por supuesto, los cráneos, herramientas y demás artefactos son de una gran importancia para los científicos. Sin ellos, ni siquiera sabríamos quiénes han vivido antes que nosotros. Sin embargo, los huesos no pueden contar solos la historia de nuestra especie. Antes, los paleontólogos -y, sobre todo, sus críticos- bromeaban diciendo que todo lo que había quedado de la Prehistoria del ser humano cabía en una mesa de billar. Así era hasta hace cien años. Hoy, sin embargo, contamos con miles de fósiles y cientos de antepasados remotos diferenciables entre sí, aunque solo quede de ellos un molar o un fragmento de cadera; restos que ocultan un verdadero tesoro al que se puede acceder mediante la moderna tecnología.

Hoy es posible ‘resucitar’ a los muertos

Gracias al ADN, podemos conseguir que seres muertos hace mucho tiempo ‘resuciten’… en la pantalla del ordenador. El material genético, además, nos permite saber quién estaba emparentado con quién. Los estudios han probado, por ejemplo, que los neandertales y los humanos ‘modernos’ no necesariamente se liaban a golpes tan pronto se veían.

En muchos lugares, como en Oriente Medio, convivieron sin problemas durante bastante tiempo. Y su cercanía trascendió lo geográfico. En el genoma de los humanos actuales se encuentran caracteres heredados de los neandertales. Solo hay una explicación posible: el sexo y el nacimiento de mestizos, o ‘híbridos’, como los denominan los científicos.

Los neandertales siguen vivos en nuestros genes. La suposición de que los hijos de humanos y neandertales eran estériles ha sido totalmente rechazada

El estudio del genoma prehistórico también ha revelado que los neandertales y los humanos modernos que vivieron en la misma época no eran parientes directos. Los neandertales tampoco eran esos brutos con pocas luces a los que parece que había necesidad de rebajar para hacer destacar a nuestra propia especie. Somos especies diferentes, aunque muy próximas, y existió interés mutuo. La suposición de que los híbridos engendrados por humanos y neandertales eran incapaces de reproducirse ha sido ampliamente refutada.

El sexo como el gran atajo de la evolución

Los paleontólogos asumen hoy que las mezclas genéticas fueron habituales entre las especies que precedieron al Homo sapiens, o con las que tuvo contacto, y que actuaron como atajos evolutivos. El ser humano no necesitó adquirir características útiles mediante el largo y prolijo proceso de las mutaciones. En realidad, fue heredando ‘gratis’ capacidades de las demás especies. El rendimiento en altura, por ejemplo, lo tomó del hombre de Denísova, que vivió en Siberia y otros espacios de Asia, adaptado a la altitud. En el ADN de los tibetanos, de hecho, sigue presente el legado genético de los denisovanos. Una estirpe, por cierto, confirmada ya -con material genético extraído en laboratorio- como la tercera especie que habitó la Tierra a la vez que neandertales y Homo sapiens. Todos ellos compartieron el planeta y, posiblemente, otros parientes.

La genética se ha convertido así en la rama de la ciencia que está escribiendo las páginas más emocionantes de la historia de nuestra especie, aunque la creciente antigüedad de las muestras, a medida que nos remontamos en el pasado, hace más difícil disponer de material utilizable. El récord se sitúa en unos 700.000 años, y no es un material genético que corresponda a un homínido, sino a un caballo.

Esta mandíbula de ‘Homo sapiens’ fue hallada en Jebel Irhoud, Marruecos, en los sesenta. Se le atribuyó entonces una antigüedad de 40.000 años. Ahora, gracias a las nuevas tecnologías, se ha datado en 315.000 años

Estos datos, de todos modos, también pueden ayudarnos a entender el entorno en el que tuvo lugar nuestra evolución. Por mucho que ese velo de millones de años nunca nos deje percibir todos los detalles, lo que sabemos basta para transmitirnos un claro mensaje: existimos porque existieron los otros. La fuerza determinante en nuestra evolución ha sido la curiosidad que nos despiertan los demás y la disposición a intentar convivir, al menos por un tiempo. Hoy es el Homo sapiens, nosotros, el único que queda. Pero los demás siguen vivos en nuestros genes.

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Sustancias puras y mezclas

Podemos clasificar la materia en:
  • Sustancia pura es aquella materia homogénea que tiene una composición química definida en toda su extensión y se puede identificar por una serie de propiedades características. Las sustancias puras se clasifican, a su vez, en elementos y compuestos:
    • Un elemento químico es una sustancia pura que no puede descomponerse en otras más simples.
    • Un compuesto químico es una sustancia pura que, mediante procesos químicos, puede descomponerse en otras más simples.
  • Una mezcla es un sustancia material de composición variable,formado por dos o más sustancias puras que pueden separarse utilizando procedimientos físicos. Las mezclas se clasifican en mezclas heterogéneas y mezclas homogéneas o disoluciones:
    • Una mezcla heterogénea es aquella en la que pueden distinguirse sus componentes a simple vista o con el microscopio óptico. Distinguimos las dispersiones coloidales y las suspensiones.
    • Una mezcla homogénea o disolución es aquella en la que no es posible distinguir sus componentes a simple vista o con el microscopio óptico.

Las técnicas de separación de mezclas más importantes son la filtración, la decantación, la extracción, la cristalización, la destilación y la cromatografía.

Preparación de disoluciones

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Resultado de imagen de disolucion homogenea y heterogenea
Resultado de imagen de disolucion homogenea y heterogenea

Videos

Separación y purificación de sustancias

Actividad final

§  Trabajo por parejas:elige una mujer científica de la siguiente webquest y realiza una presentación power point con el resultado de tu trabajo.

ACTIVIDAD IV: Conoce las técnicas de separación

  • Soluto. Es la sustancia que se disuelve y es el componente que se encuentra en menor proporción.
  • Disolvente. Es la sustancia que disuelve al soluto y es el componente que se encuentra en mayor proporción.


Los componentes de una disolución reciben el nombre de:

Una disolución saturada es aquella que, a una temperatura determinada, ya no admite más soluto. Observa este vídeo sobre los tipos de disoluciones.

La concentración de una disolución expresa, de forma numérica, la cantidad de soluto que hay en una determinada cantidad de disolución.

Se puede dar la concentración en masa% en masa y % en volumen.

 ACTIVIDAD VII: Repasa las disoluciones
BEBIDAS AZUCARADAS
Consumir con frecuencia bebidas azucaradas contribuye al exceso de peso, aumentando tu riesgo de desarrollar obesidad, diabetes, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer.
Un estudio realizado por investigadores de Harvard calculó que al año mueren en México 22,020 personas a causa del consumo de bebidas azucaradas, lo que representa 12% de las muertes ocurridas en el mundo asociadas al consumo de bebidas azucaradas.
¿Por qué consumir bebidas azucaradas pone en riesgo tu salud?
Las bebidas azucaradas contienen únicamente azúcares añadidos. Los azúcares añadidos son aquellos que se añaden artificialmente a los alimentos o bebidas.
No generan saciedad. A diferencia de los alimentos sólidos las bebidas azucaradas no generan saciedad, porque tu cerebro no las percibe. Si acostumbras consumir bebidas azucaradas entre comidas, el consumo de calorías durante la siguiente comida será igual que si no hubieras bebido el refresco o jugo, incrementando tu riesgo de padecer obesidad.
Contienen calorías vacías. A diferencia del azúcar natural que contienen las frutas o la leche, el azúcar añadido no proporciona otros nutrientes como vitaminas, minerales, fibra, proteína etcétera. Cuando las bebidas aportan mucha energía y ningún nutriente se conoce como calorías vacías.

Beber agua simple y potable, leche sin grasa, té sin azúcar y agua con gas, pueden hidratarte y aportarte más beneficios. ¡Cuida tu vida! ¡Tómala en serio!

Para más información consulta:

Calorías vacías, ¿qué son y dónde están?

¿Los refrescos son una opción de hidratación saludable?

 
Publicado en 1º Bachiller, Artículos científicos, Biologia y Geología, Ciencia, Evolución y clasificación de seres vivos, Recursos

Cómo las plantas con flores evolucionaron y conquistaron el mundo hace millones de años

Un misterio que ni el propio naturalista Charles Darwin pudo resolver.

¿Cómo las flores evolucionaron y se expandieron para convertirse en las plantas dominantes en la Tierra?

Las plantas con flores, o angiospermas, representan aproximadamente el 90% de todas las especies de plantas vivas, incluida la mayoría de los cultivos alimentarios.

En la historia superaron a otras plantas como las coníferas y los helechos, que son anteriores a ellas, pero la forma en que lo hicieron siempre fue un misterio. Hasta ahora.

Una nueva investigación sugiere que se debe al tamaño del genoma, y cuanto más pequeño, mejor.

«Realmente se trata de una cuestión de tamaño de celda y cómo se puede construir una celda pequeña y aún conservar todos los atributos que son necesarios para la vida», dice Kevin Simonin de la Universidad Estatal de San Francisco en California, EE.UU.

«Un misterio abominable»

Cientos de millones de años atrás, la Tierra estaba dominada por helechos y coníferas.

Luego, hace unos 150 millones de años, aparecieron en escena las primeras plantas con flores.

Se extendieron rápidamente a todas partes del mundo, cambiando el paisaje de verde apagado a colores vibrantes.

Las razones detrás del increíble éxito y la diversidad de las plantas con flores han sido debatidas durante siglos.

El propio Charles Darwin lo llamó un «misterio abominable», temiendo que este aparente desarrollo repentino pudiera desafiar su teoría de la evolución.

El investigador Simonin junto a su colega Adam Roddy, de la Universidad de Yale, se preguntaron si el tamaño del material genético de la planta (o genoma) podría ser importante.

Los biólogos analizaron los datos de los Royal Botanic Gardens, Kew, en Richmond, Reino Unido, sobre el tamaño del genoma de cientos de plantas, incluidas plantas con flores, gimnospermas (un grupo de plantas que incluyen coníferas y Ginkgo) y helechos.

«Evidencia firme»

Luego compararon el tamaño del genoma con características anatómicas, como la abundancia de poros en las hojas.

Según ellos, esto proporciona una «evidencia firme» del éxito y la rápida propagación de las plantas con flores en todo el mundo se debe a la «reducción del tamaño del genoma».

Al reducir el tamaño del genoma, que se encuentra dentro del núcleo de la célula, las plantas pueden construir células más pequeñas.

A su vez, esto permite una mayor absorción de dióxido de carbono de la fotosíntesis, el proceso por el cual las plantas utilizan la energía de la luz para convertir el dióxido de carbono y el agua en glucosa y oxígeno.

Las angiospermas pueden concentrar más venas y poros en sus hojas, maximizando su productividad.

Los investigadores dicen que la reducción del genoma ocurrió solo en las angiospermas, y esto era «un prerrequisito necesario para el rápido crecimiento de la cantidad de plantas terrestres».

«Las plantas con flores son el grupo más importante de plantas en la Tierra y ahora sabemos por qué han tenido tanto éxito», dicen.

La investigación publicada en la revista PLOS Biology deja abierta otras preguntas.

Por ejemplo, ¿por qué las plantas con flores pudieron reducir sus genomas más que otras? ¿Y por qué todavía existen los helechos y las coníferas, a pesar de sus grandes genomas y células?

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