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Nueve cosas que quizá no sabías de las abejas… y cinco que puedes hacer para protegerlas

DÍA MUNDIAL DE LAS ABEJAS

Las poblaciones de estos polinizadores, claves para la agricultura, están en declive en lugares como la UE

Para cultivar muchas de las frutas que comemos hace falta suelo y agua, y nutrientes… Pero, además, es necesaria la acción de los polinizadores. Tres de cada cuatro especies de las que usamos para alimentarnos dependen, al menos en parte, de que insectos o animales trasladen el polen para la fertilización. Y las abejas son las reinas.

En las últimas décadas, sin embargo, hemos cambiado nuestra forma de cultivar la tierra y producir alimentos. Desde mediados del siglo pasado utilizamos muchos más pesticidas (y fertilizantes) químicos, las explotaciones son más grandes y nos centramos en un número más pequeño de especies, afectando así a la biodiversidad. Todos estos cambios, junto a la aparición de parásitos o avispas invasoras, están perjudicando a las abejas, que son un elemento esencial de nuestros ecosistemas.

El 20 de mayo ha sido designado por Naciones Unidas como Día Mundial de las Abejas. En esta jornada, que celebra y recuerda su importancia y que ha sido impulsada por el Gobierno de Eslovenia, aquí van nueve datos sobre estos insectos y su labor polinizadora:

  1. Las abejas polinizan 170.000 especies diferentes de plantas.
  2. Al menos un tercio de cada cucharada que te llevas a la boca depende de la polinización.
  3. Una abeja melífera produce una doceava parte de cucharada de miel en toda su vida.
  4. Para producir un kilo de miel, una abeja debería visitar cuatro millones de flores y recorrer una distancia equivalente a dar la vuelta al mundo cuatro veces.
  5. Una colonia de abejas es comparable con una ciudad pequeña en cuanto al número de individuos. Aloja entre 30.000 y 60.000 obreras, de 300 a 1.000 zánganos y una reina.
  6. No hibernan, sino que siguen activas durante todo el invierno. Sin embargo, en esta época se juntan para calentarse unas a otras.
  7. Las melíferas son la única especie de abeja que muere tras lanzar una picadura.
  8. Las abejas son constructoras con un gran sentido de lo económico y lo racional. Los panales están entre las estructuras mejor diseñadas y organizadas de la naturaleza: sus paredes se juntan en ángulos de 120º, formando hexágonos completos.
  9. Salen de la colmena en cuanto la temperatura exterior supera los 10 ºC.

Abejas volando en Pernica (Eslovenia).
Abejas volando en Pernica (Eslovenia). JURE MAKOVEC AFP

Y otras cinco medidas que los ciudadanos de a pie pueden tomar para ayudar a protegerlas:

  1. Cultivar plantas con fines decorativos en terrazas, balcones y jardines.
  2. Colocar cajas (fabricadas por uno mismo o compradas) para que las abejas se puedan instalar en terrazas o jardines.
  3. Utilizar pesticidas que sean inofensivos para las abejas y al pulverizarlos sobre las plantas, hacerlo en días sin viento, temprano por la mañana o al final del día, cuando las abejas están en sus colmenas.
  4. Concienciar a niños y jóvenes sobre la importancia de estos insectos.
  5. Evitar cortar el césped o segar cuando las plantas están floreciendo, y hacerlo siempre a últimas horas de la tarde.

La Unión Europea ha limitado recientemente la utilización de tres insecticidas perjudiciales para las abejas en los cultivos al aire libre. En este sentido, la FAO (agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura) señala la agroecología como un camino por el que proteger a estos insectos y su labor agrícola. Las prácticas de este tipo de agricultura ecológica rechazan el uso de pesticidas químicos y tratan de aprovechar las actuaciones de todos los componentes del ecosistema.

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¿Qué invertebrado es?

Videos de Eduteca

http://www.cyberkidz.es/cyberkidz/juego.php?spelUrl=library%2Fwetenschap%2Fgroep5%2Fwetenschap1%2F&spelNaam=Animales%20especiales

http://www.polavide.es/rec_polavide0708/edilim/zoo/animales.html

http://repositorio.educa.jccm.es/portal/odes/conocimiento_del_medio/5pc_clasificacionvertebrados/index.html

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Adiós a los insectos de tu infancia

Cada vez hay menos saltamontes, grillos, abejas y mariposas porque muchas de estas especies, que polinizan el 84% de las plantas que sirven de alimento, están amenazadas

¿Hace cuánto que no ves un saltamontes en tu paseo dominical por el campo, escuchas a los grillos desde el porche o ves una luciérnaga en una caminata nocturna por un camino rural? La sensación de estar perdiendo esta fauna que tantas generaciones asocian con su infancia, es más que eso, es una realidad. Y lo que es peor, junto a estos animales van desapareciendo, además, elementos básicos para el sustento de numerosos ecosistemas de los que dependemos todos los seres vivos.

“No solo es una sensación popular, es algo que percibimos todos los entomólogos que salimos a hacer trabajos de campo y a investigar; el descenso del número de individuos de prácticamente todos los insectos es brutal”. Lo confirma Juan José Presa, catedrático de Zoología de la Universidad de Murcia y coautor de uno de los muchos informes y estudios recientes que ponen cifras a la disminución de artrópodos.

Dicho estudio, de principios de año y surgido de la colaboración entre la Unión Europea y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), destaca que casi un tercio de las especies de ortópteros evaluadas (saltamontes, grillos y chicharras, entre otros) están amenazadas, algunas en peligro de extinción.

La transformación y destrucción del hábitat es sistemáticamente señalada en todos los estudios como la principal causa de esta hecatombe. ampliar foto
La transformación y destrucción del hábitat es sistemáticamente señalada en todos los estudios como la principal causa de esta hecatombe. Michael Fiala REUTERS / Cordon Press

Wolfgang Wägele, director del Instituto Leibniz de Biodiversidad Animal (Alemania) habla, junto a otros colegas, en Science del “fenómeno parabrisas”, por el cual los conductores pasan menos tiempo limpiando sus coches de la miríada de insectos que antes morían estrellados contra cualquier punto de la carrocería. Los investigadores citados en el artículo son conscientes del descenso generalizado, a pesar de reconocer, como el resto de la comunidad científica, que es muy difícil establecer datos más precisos del declive de las poblaciones por la variedad de especies, distribución y número de individuos.

En Science se cita el caso de la Sociedad Entomológica de Krefeld, en Alemania, cuyas visitas al campo han constatado que la biomasa de insectos que queda atrapada en sus diferentes métodos de captura ha disminuido un 80% desde 1989. Presa lo lleva al terreno de sus observaciones de campo en la provincia de Pontevedra: “Antes conseguíamos atraer a infinidad de mariposas nocturnas con las trampas de luz, ahora entran muy pocas”.

“Aproximadamente tres cuartas partes de las especies de mariposas en Cataluña, y esto puede ser extrapolable al resto de España, están en declive y esto es incontestable”. Constantin Stefanescu, del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals y el Museu de Ciències Naturals de Granollers (Barcelona), llega a esta conclusión tras más de dos décadas de trabajos de campo y estudiar junto a otros investigadores a 66 de las 200 especies presentes en Cataluña. “La reducción es alarmante y aumenta cada año. Asustan, además, los datos de 2015 y 2016, los más bajos desde 1994”, apostilla Stefanescu.

El catálogo nacional de especies amenazadas solo incluye 90 de invertebrados, de los cuales 35 son insectos y únicamente 17 tienen un categoría de amenaza que permite activar planes de recuperación. ampliar foto
El catálogo nacional de especies amenazadas solo incluye 90 de invertebrados, de los cuales 35 son insectos y únicamente 17 tienen un categoría de amenaza que permite activar planes de recuperación. Vasily Fedosenko REUTERS / Cordon Press

Ignacio Ribera, del Instituto de Biología Evolutiva, centro mixto del CSIC y la Universitat Pompeu Fabra, especialista en entomofauna de hábitats subterráneos y acuáticos, menciona otras dos especies que han estado presentes en la infancia de muchas generaciones: las libélulas y los zapateros, estos últimos son hemípteros de largas patas que se deslizan sobre la superficie del agua y que en algunos lugares se les llama aclaradores. “Cuando canalizan un río, desecan una charca o tapan una rambla –afirma el investigador– este tipo de insectos, entre otros, desaparecen”. Hace diez años, la UICN ya avisaba de que “las libélulas amenazadas de la cuenca mediterránea necesitan una acción urgente para mejorar su estado”.

La transformación y destrucción del hábitat es sistemáticamente señalada en todos los estudios como la principal causa de esta hecatombe que nos afecta muy directamente a las personas. Se pudo ver con el efecto que ocasionan determinados insecticidas (neonicotinoides) sobre las poblaciones de abejas, responsables de la polinización de numerosas plantas, incluidas el 30% de las que nos sirven de alimento. En general, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, “alrededor del 84% de los cultivos para el consumo humano necesitan a las abejas o a otros insectos para polinizarlos y aumentar su rendimiento y calidad”.

Casi un tercio de las especies de ortópteros evaluadas por un estudio están amenazadas, algunas en peligro de extinción

Las consecuencias sobre las redes tróficas que sustentan todo tipo de ecosistemas, también los agrarios, ganaderos y forestales, pueden ser fatales. Hay que pensar que la fauna invertebrada también actúa como controladora de plagas y alimento esencial del resto de animales. Stefanescu recuerda que “muchas aves se alimentan de las orugas de las mariposas que precisamente están en declive y numerosas avispas y moscas dependen también de las fases de larva y crisálida de los lepidópteros”.

Pero la destrucción del hábitat (urbanismo, agricultura intensiva, turismo…) no actúa sola como elemento distorsionador, también el abandono del campo y el cambio climático contribuyen a abonar este inquietante camino. Los científicos citan, por ejemplo, la alteración de los períodos de sincronía entre la floración de las plantas y la llegada o eclosión de los insectos.

La Sociedad Entomológica de Krefeld, en Alemania, ha constatado que la biomasa de insectos que queda atrapada en sus diferentes métodos de captura ha disminuido un 80% desde 1989

El problema es que el ritmo de protección es mucho más lento que el de declive, por el desconocimiento preciso que se tiene de las poblaciones y por la menor relevancia, aparente, que tienen los insectos. El catálogo nacional de especies amenazadas solo incluye 90 especies de invertebrados, de los cuales 35 son insectos y únicamente 17 (ocho vulnerables y nueve en peligro de extinción) tienen una categoría de amenaza que permite activar planes de recuperación. La Comunidad Virtual de Entomología estima en 38.311 el número de especies de insectos en la península ibérica.

El Atlas y libro rojo de los invertebrados amenazados de España propone para la península ibérica como vulnerables 69 especies de insectos, 30 en peligro de extinción y tres en peligro crítico. Mientras tanto, Juan José Presa advierte: “Es muy posible que, ahora mismo, tras un incendio o una fumigación intensiva de cultivos, estemos perdiendo a especies que ya estaban muy tocadas”.

¿Y los gorriones, lagartijas, ranas y salamandras?

J. R.

El efecto es generalizado. Cualquier conversación con gente del campo sobre la biodiversidad que les rodea suele contener la frase “por aquí antes se veían más pájaros”. Y también se encontraban, y capturaban con todo tipo de artilugios, lagartijas, se oía más a menudo el croar de las ranas y se disfrutaba con el deambular de las vistosas salamandras entre pozos, charcas y acequias. Hasta al otrora muy abundante y ubicuo gorrión común se le echa en falta. La Sociedad Española de Ornitología (SEO/BirdLife) ha constatado en sus censos las disminuciones de aves comunes como gorriones, golondrinas, perdices y tórtolas, todas ellas protagonistas de veranos más biodiversos.

Los incendios, la sequía y el fenómeno que multiplica estos dos efectos, el cambio climático, están detrás de las disminuciones de reptiles como las lagartijas y de anfibios como la rana común y la salamandra. Un análisis de 539 estudios científicos en el que participaron investigadores del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN/CSIC) permitió concluir que el 65% de las 313 especies de estos dos grupos evaluadas sufre los efectos negativos del cambio climático. En 2013, un estudio de la misma institución científica confirmaba que el calentamiento global disminuye la eficacia de las señales sexuales en la lagartija carpetana, especie considerada en peligro de extinción.

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